Saturday, December 27, 2008

Criminal

Corrí hacia la puerta del patio, pero ya había saltado la pared. Cayó en el baldío y seguramente habría escapado por la calle de tierra, silencioso como un gato. Quizá lo esperaba alguien en moto o en algún auto viejo con el que iría a festejar su crimen con alcohol, drogas y putas. Tal vez corrió para el lado de la avenida y se escapó en taxi, aunque a esta hora no suelen pasar con frecuencia, y ahora esté pagándole al taxista con el dinero que le pidió a su mujer mientras el reloj del taxi corría y el corazón del conductor aceleraba su ritmo por la oscuridad de ese lugar y esas caras tan poco comunes que lo rodeaban.
También es probable que lo haya agarrado la policía y ahora esté, como un pájaro, en una jaula de dos por dos, remordiéndose y pidiendo perdón a distancia, caminando de costado a costado, pegando su cara a los barrotes para observar como vuela su libertad mas allá del hierro. Llorando, con vergüenza por el resto de los detenidos, eje de todas las miradas, pensando en algún trabajo en el que no se haga mala sangre y no corra peligro, pensando en su pasado, presente y futuro, todo a la vez. Podría estar también agazapado, en la entrada de alguna casa, como un cazador que espera a su presa, esperando que llegue algún vecino para poder llevarse su auto y no pagar taxi. Es factible que esté en algún árbol, como un pájaro, las patas agarradas al tronco con toda la fuerza del equilibrio, la mirada atenta, atenta a todo lo que pasa abajo, las corridas, las persecuciones mutuas entre sombras y rayos de linternas, sirenas que tiñen de azul las paredes y gritos y ladridos confundiéndose al ser filtrados por las hojas del árbol. Sencillamente, podría estar mezclado entre las decenas de vecinos y transeúntes que lo buscan sin conocerlo ni reconocerlo.
Todas esas posibilidades existieron, tuvieron vida desde que corrí hasta que ya había saltado la pared. Yo las conocía todas, sabia los códigos y cual era la siguiente opción si una fallaba, las sabia mejor que él pero ya había saltado. Nunca lo agarraron porque, a pesar de estar en una jaula de dos por dos, remordiéndome y pidiendo perdón a distancia, caminando de costado a costado, pegando mi cara a los barrotes para observar como vuela mi libertad mas allá del hierro, nunca les dije nada.

Federico Alcalde

cuento ganador del segundo premio del concurso de cuentos breves Roger Pla Rotary Club Ramos Mejia

No comments: